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Asier OIARBIDE GOIKOETXEA
En los testimonios sobre las etnomotricidades de la travesía de montaña, el aerobic y el fútbol, los sentimientos y emociones de los participantes se muestran sin tapujos ante nosotros. Hemos de tener en cuenta ese punto de vista subjetivo, ya que sobre él se construye la identidad de las personas. En esa relación entre el actor y el sistema, las vivencias de los practicantes son tan importantes como la estructura humana.
A los profesores de aerobic no les gusta el fútbol, y no digamos el aerobic al entrenador del equipo de fútbol de Ordizia, a quien ni se le pasaría por la cabeza siquiera la posibilidad de utilizar la danza en los ejercicios de calentamiento de sus jugadores. Parece que unos y otros se encuentran en los extremos de la misma cuerda. No es únicamente un problema de personalidad, ya que hay grandes diferencias entre los dos testimonios vivenciales. Las mujeres no practican las mismas actividades que los hombres, y viceversa. Parecen ser dos mundos diferentes y nadie se extrañaría si dijéramos que se tratan de etnomotricidades realizadas en dos sociedades distintas.
Las emociones que se desarrollan se nos presentan opuestas entre sí. En el fútbol es necesario expresar un fuerte compañerismo entre todos los miembros del equipo y animadversión respecto a los del equipo contrario. Esos sentimientos se resumen en la alegría y la tristeza que provocan los goles. Como si el modelo masculino y su ámbito sentimental se materializaran en esa oposición. No hay nada más importante que el fútbol: ni la familia, ni los amigos, ni las relaciones afectivas; el partido es el centro y la esencia del ocio de esos jóvenes. Y aunque la alegría que se experimenta cuando el resultado es favorable oculta las señales del esfuerzo realizado por los jugadores, cuando se pierde el partido hasta el dolor provocado por los golpes se acentúa, llegando incluso a aparecer el llanto.
Foto: rahego.
Las mujeres que practican aerobic se enfrascan durante la semana en el estruendo repetitivo de la música. Durante el rato que dedican cotidianamente a esta actividad, intentan llevar a cabo la coreografía mediante los correspondientes pasos de baile. Con la ayuda del monitor y los compañeros, cada una “dibuja” los pasos de danza dentro de su espacio. Con dos o tres sesiones semanales que realizan en ese mundo cerrado y aislado que conforma la sala y al margen de cualquier público, se alegran de realizar la coreografía y del sudor vertido como consecuencia del esfuerzo, repitiendo esas sensaciones en todo momento y de la misma manera. Bajo las órdenes del monitor, las quejas por el sufrimiento dan paso a las preguntas sobre la forma en la que el ejercicio va a mejorar su cuerpo.
Los caminantes que pasean por el monte tampoco tienen nada que ver ni con los practicantes de aerobic ni con los futbolistas. Sus vivencias se dan en otro contexto: en la montaña, donde se muestra la naturaleza en toda su realidad y crudeza. Los montañeros caminan por bosques, valles y mesetas interminables. Escogiendo los mejores caminos, superan todas las dificultades que encuentran en la naturaleza, con la ayuda de sus compañeros. A veces la niebla les provoca la pérdida de la orientación y en otras ocasiones el riesgo de precipitarse les deja bloqueados, como si hubieran sufrido una picadura venenosa. Las vacaciones de cada cual suelen ser el momento adecuado para esas aventuras. Disfrutar del paisaje que se les pueda presentar ante sus ojos, contemplar los desafíos que sostienen los rebecos contra las leyes de la gravedad, bañarse en las aguas transparentes y heladas de un río o lago… los montañeros y montañeras disfrutan de ese viaje cubierto de naturaleza, tomando decisiones entre todos sobre todo aquello que encuentran en su itinerario.
Pero estas tres prácticas deportivas, por encima de todas sus diferencias, muestran un significado básico. Se tratan del sentido que sin duda otorga la sociedad al deporte y de cómo ese deporte es un reflejo de las características de la sociedad. Las prácticas deportivas se realizan en ciudades, pueblos y entornos naturales, en espacios estables o variables. Los seres humanos buscamos el control de la naturaleza y del entorno En vacaciones, días laborables y fines de semana nos convertimos en vencedores dentro de una linealidad clasificatoria y una ciclicidad sin memoria; nuestra vida se sustenta en una separación entre el trabajo y el ocio. Los practicantes mantienen una relación de cooperación-oposición en la que está establecida una separación de sexos o de cooperación pura de libre opción sexual. Las actividades diarias se reparten en función del sexo, tanto en el trabajo como en el ocio. Tenemos mucho trabajo que hacer para lograr un equilibrio de poder entre hombres y mujeres. Y utilizan objetos impuestos o de libre elección. Nuestra cultura material está basada en el consumo, tanto en el deporte como a nivel social. Las prácticas deportivas son reflejo de la sociedad. Partiendo de tres prácticas deportivas, afloran las características de la sociedad vasca, indicándonos que se tratan de construcciones culturales.
Foto: lululemon athletica.
Ese carácter social se manifiesta también desde otro punto de vista: como las prácticas deportivas muestran las mismas características de la sociedad, los ciudadanos también, en la medida en la que practican esos deportes, adquirirán la mentalidad de la sociedad. De este modo, el deporte se convertirá en una potente herramienta de socialización. Los deportistas, por un lado, han de asumir la lógica interna del deporte, qué hacer en el juego, dónde, cómo, con quién, cuándo y con qué; todo eso situándose dentro de una lógica externa. Y, por otro lado, las preguntas que se realizan dentro de una lógica social: dónde, qué, cómo, con quién y con qué, han de responderse dentro de nuestra sociedad. El sistema deportivo se sitúa dentro del sistema social. Esto es, cada sociedad adscribe unas características sociales al rol sociomotor del deportista, definiendo su rol social, constituyendo siempre estos roles los derechos y deberes del actor.
La práctica del montañismo, el aerobic y el fútbol es la premisa básica del montañero, el practicante de aerobic y el futbolista, respectivamente. Y los derechos y deberes de esos roles sociales vendrán explicados por las lógicas internas y los roles sociomotores del deporte. Examinar el espacio de montaña, seguir los movimientos del monitor de aerobic, engañar al portero realizando lanzamientos cruzados en el fútbol... Todas ellas son opciones que nos vienen dadas por los “roles sociomotores” del montañero, del practicante de aerobic y del futbolista.
Asimismo, el deportista se situará frente al que no lo es, mostrándole que es una opción de todos los ciudadanos. Y el deportista, al escoger sus derechos y deberes, tendrá dos opciones: ser un deportista de rendimiento o un deportista de ocio. Los futbolistas del equipo de Ordizia asumirán el rol social del rendimiento, tomando como modelo el juego. En cambio, los montañeros que realizan una travesía por el Pirineo y los practicantes de aerobic actuarán lúdicamente y buscarán su bienestar asumiendo el rol social del deportista de ocio.
Foto: Jon Albeniz.
Aunque se distinguen dos líneas, en el fondo se trata de distintos sub-roles de deportista que se manifiestan en función de la práctica deportiva del actor. En este trabajo se han examinado tres casos: dos de ellos correspondientes a deportistas de ocio, representados por el montañero y el practicante de aerobic, y un tercero correspondiente al futbolista de rendimiento. Pero ahora nos queda un gran trabajo por delante, ya que debemos analizar muchas prácticas deportivas. Los sub-roles sociales presentados no son más que los primeros pasos de esta línea de investigación, que debería continuar hasta completar el “mapa” social.
Esta investigación incide también en las opciones individuales, aunque sea de una manera superficial, demostrando que la identidad de los deportistas se basa en roles sociales y, tal y como hemos indicado, el rol social en el rol sociomotor. Las opciones del actor han de entenderse en el contexto de un conjunto de libertades marcadas por el sistema.
Resumiendo, inventar, nadie inventa. Ser futbolista se consigue jugando al fútbol, ser montañero andando por el monte y ser deportista practicando aerobic. La identidad del deportista está basada en conductas motoras que le proporcionan al practicante la oportunidad de presentarse ante los demás como joven, sano y bello. Igual que el deporte se nos muestra como imagen del sistema social, el deportista es reflejo del actor individual. Las características del montañero, del practicante de aerobic y del futbolista son la imagen de la identidad social. Los roles que asumen los deportistas construyen su identidad personal.
Las etnomotricidades de estas tres prácticas deportivas de la sociedad vasca nos muestran que la comunicación deportiva, la gramática deportiva, están incluidas en el sistema, en la semántica de la comunicación social, y, en consecuencia, dentro de las ciencias humanas. Aunque aún estamos dando los primeros pasos en la investigación, queremos recalcar la vocación de la praxiología motriz y, en general, de la educación física en este tema.
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